En sí, realmente se trata de un proyecto piloto llevado a cabo sobre la producción orgánica de arroz, de unos agricultores minoristas de la provincia camboyana de Preah Vihear. El foco técnico está en usar el blockchain a fin de ser transparentes en todo el proceso de venta y traslado de costes, desde el agricultor, hasta el consumidor final. El beneficio buscado por parte del proyecto estriba en garantizar unos ingresos justos para los agricultores involucrados en el proyecto (el folleto cita explícitamente mujeres agricultoras). Camboya tiene una economía eminentemente basada en la agricultura, con un 60% de su fuerza laboral volcada en este sector.
En sí, tal y como lo veo, el piloto pretende aprovechar la naturaleza pública de la información transaccionada y reflejada en el blockchain, a modo de “muro informativo de la vergüenza”. Es decir, no por usar blockchain se mejoran los ingresos directamente, ni se es más eficiente en los procesos productivos ni distributivos, pero si se expone los precios y cantidades de venta/compra que forman parte de las cadenas de valor y distribución. Adicionalmente, aporta un grado de conocimiento al interesado que no es habitual conocer.
Entiendo que el objetivo es evitar que estos agricultores sean explotados, mediante la exposición de la información contractual, y apelando al sentido de culpabilidad y potenciales efectos laterales de aquellas partes de la cadena de valor/distribución que se sobrepasen en la explotación del rango anterior de la cadena, ya que su reputación y nombre se verían marcados. Claro que fuera del marco experimental en el cual se encaja el proyecto, habría que ver la aceptación real de empresarios a que la transparencia plasmase su estructura de costes y cadena de valor/distribución.