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Hay una máxima que dice que inviertas sólo aquello que estás dispuesto a perder. Es un buen precepto para guiarse en términos de cuánto invertir, en caso de hacerlo. Una vez determinas entrar, has de pensar efectivamente en qué cartera de criptomonedas quieres tener de entrada, y cómo la vas a gestionar.
Las criptomonedas diría que están aquí para quedarse. Cada vez hay más actores institucionales de peso que se abonan a ellas, aunque queda un largo recorrido todavía, conviviendo la dualidad inversión con utilidad, y al amparo de los cambios legislativos que se puedan dar.
BTC por supuesto es el rey hoy por hoy, y suele marcar la pauta. Los Altcoins son una suerte de lotería, y pueden darte tanto alegrías como fuertes decepciones, incluso llegando prácticamente a desaparecer algunas de ellas. Hay actores secundarios de peso, pero si analizas quienes estaban en el top 20 hace 5 años y dónde están ahora, verás que nada es tan fiable como que BTC esté arriba.
A priori, lo más racional es diversificar un tanto, pero con un núcleo central en BTC. Claro que depende en qué momento entres en el mercado (no es lo mismo ahora que a finales del 2017), y qué vas hacer con los activos que adquieras: Aguantarlos un tiempo relativamente largo, o comercializar con ellos, con compra/ventas relativamente frecuentes.
En el fondo, verás que realmente no te estoy diciendo gran cosa, y que todo se resume en un “depende” en lo relativo a la inversión, donde los factores de dependencia son tu afinidad/aversión al riesgo, tu disponibilidad a comercializar/sostener las inversión inicial, lo atento que puedas estar al mercado y, específicamente, a las noticias que rodeen al ámbito cripto en general y a cada una de las monedas que tengas en particular, etc.
Si miras las noticias sobre BTC verás cómo hay opiniones (posiblemente interesadas) de todo tipo: desde que esto subirá como la espuma, hasta los que dices que ni de coña, que no se sostiene a este precio. De ahí que el primer precepto indicado al abrir este post sea el que deba primar, y a partir de ahí la suerte se entrelazará con las decisiones que tomes (y que tomen otros en el mercado).
Eso sí, ten presente que el (pseudo)anonimato de las monedas y el anonimato en internet facilita que los timos estén a la orden del día. No te fíes de nadie por precaución, y lee mucho para entender los errores en los cuales no debes caer.
Por nombrar algunos: hay wallets falsos que si los descargas, vaciarán tus fondos. También hay sitios de phishing que estarán al acecho de tus credenciales de acceso (a exchanges, a wallets online, etc.). No te fíes de los grupos de Telegram, que son todavía más anónimos y llenos de desalmados. Menos aún de las almas caritativas que te quieran ayudar a mover tus activos, y ventas privadas. Determina muy bien dónde vas a mantener tus monedas: en un Exchange o en un wallet propio, y de qué tipo (hardware, software, papel, etc.). Lo preferido es en un wallet propio (por el mantra de que así controlas tú tus claves), pero para ello has de entender bien cómo custodiar tus activos.
Hay un sinfín de matices y elementos a ponderar, pero lo esencial es ser cauto y medianamente inteligente en la custodia de tus activos, e informarte mediante la lectura de todo los concerniente.
Nota: Fíjate en que hablas de inversión, y efectivamente la mayor parte del mercado lo mira así. Si algún día se convierte en una utilidad de uso extendido, su valor no podría estar sometido a estos vaivenes (salvo que los precios no se fijen en BTC directamente, sino relativos a un elemento tercero más estable – típicamente a FIAT).