La economía del conocimiento es una de las principales apuestas en el siglo XXI. Actualmente, reúne a dos jugadores: los que crean conocimiento y los que innovan. Desde siempre se ha necesita reunir estas dos facetas para crear proyectos innovadores que cuenten con el conocimiento necesario para triunfar y llegar a buen puerto, pero esto todavía quedó más identificado en el año 2016, donde se llegaron a publicar más de un millón y medio de documentos científicos registrados y unas 240,000 patentes registradas.
A pesar de que cada vez gana más importancia la simbiosis entre el conocimiento y la innovación, el acceso al conocimiento sigue siendo de difícil acceso para muchos, esto se debe principalmente a tres razones.
Primero destaca la dificultad para entenderse entre sí, que varias personas hablen distintos idiomas aunque compartan el mismo oficio, siempre dificulta el entendimiento y demora el avance, en muchos casos no llegan a conseguir ponerse de acuerdo solo porque no se entienden.
En segundo lugar, pondría la ignorancia existente de la riqueza del conocimiento, muchas veces actuamos por impulsos, o por nuestras creencias o conocimiento propio, obviando que hay otras personas que podrían aportar mucho, distintos puntos de vista o saber la solución que un experto daría a un problema determinado nos puede abrir las puertas, las de la mente y las de nuestro comercio.
Y en tercer lugar tenemos la falta de visibilidad de estos propios expertos, suelen ser gente que no prodigan en internet, mucha gente habrá oído hablar de Elon Musk, pero pocos recuerdan o han sabido alguna vez el nombre de alguno de los tres ganadores del Premio Nobel de física.
Estos obstáculos dan como resultado una sensación, aunque con excepciones, de que estos dos mundos no conviven unidos, no van de la mano, sino que, están muy alejados el uno del otro, y ambos muy separados de la economía actual.
Uno de los principales desafíos para los próximos años es facilitar el acceso del conocimiento a todo el mundo, el conocimiento es uno de los pilares de la economía eficiente. Las apuestas económicas para el desarrollo de los países se puede calcular en miles de millones de dólares y por supuesto, en miles de millones de puestos de trabajo, en particular, las economías del norte, los estados de Europa, están predispuestos a abrazar este modelo económico del siglo XXI y son inducidos cuestionar el porqué del éxito económico de esas pequeñas naciones nórdicas, como Finlandia, Noruega, Dinamarca, etc.
En el año 2015, se gastaron 1.9 billones de dólares en I + D (investigación y desarrollo), de esa cantidad, tan sólo el 7% se gastó en el intercambio de conocimiento, es decir, 15 mil millones de dólares durante ese año, parece ser muy significativo, pero no lo es, estamos empleando una cantidad de dinero para el I + D y sin embargo destinamos muy poco a compartir los conocimientos que ya tenemos, perdiendo así el potencial que ofrece el conocimiento, esto quiere decir que aunque se investiga y desarrolla, gran parte de esta labor después no se comparte o no se pone al alcance de cualquiera que pueda estar interesado.
Por lo tanto, está claro que el sector necesita una solución rápida y efectiva, accesible para optimizar el encuentro de estos dos mundos tan distantes y permitir este intercambio de forma más natural y eficiente.
Avanzando hacia una economía circular en el conocimiento
Lo que nos estamos jugando en el siglo XXI es una transición de éxito para nuestra actual economía, la única economía que puede crear riqueza para un crecimiento sostenible tiene que estar basada en una economía basada en conocimiento. Para que esto funcione correctamente debemos tener claras una serie de normas, son fundamentales:
Intercambiar siempre en positivo, dentro de la economía del conocimiento, el conocimiento debe ser compartido, lo que significa que después de compartirlo, el que lo ha transmitido, todavía lo tiene, en pocas palabras, "te lo traspaso, pero no lo pierdo", fijaos en lo que digo, porque es importante para entender el núcleo de la cuestión, pondré un breve ejemplo, nuestro coche, moto o bici, da igual, un objeto, lo vendemos, cuando lo vendemos obtenemos a cambio dinero, el precio de nuestro objeto, ganamos el dinero, pero perdemos el coche, esto ocurre en cualquier comercio actual, pero no con el conocimiento, podemos traspasar o vender nuestro conocimiento a otra persona y ganar por transferir nuestra sabiduría, sin embargo, por muchas veces que lo hagamos, lo seguimos teniendo, ¿no es fantástico?
Otra norma fundamental para entender el concepto, es algo que seguro hemos oído muchas veces en el día a día, algo tan secillo como la preguna de cuanto suman uno más uno, pues bien, no suman dos, sino tres, lo explico.
1 + 1 = 3, cuando se suman el conocimiento, al mismo tiempo también se está creando algo nuevo, de ahí que en el caso del conocimiento la suma de como resultado tres, ¿en qué se basa este proyecto para dar tal resultado? Veamos, tenemos por un lado una simple lámpara de aceite, por sí sola no nos serviría para nada, y por otro lado tenemos una cerilla, si sumamos ambas y utilizamos el conocimiento, obtendremos luz para alumbrarnos, de ahí sale la suma de 1 + 1 = 3, lampara de aceite + cerilla = luz, el siguiente gráfico ilustra precisamente este ejemplo.
Otra norma o mejor dicho, lo mejor de todo, es que el conocimiento es interminable, a diferencia de otros recursos, productos o activos materiales, está matemáticamente probado que el conocimiento es interminable e infinito en la suma de todos.
Para llevar a cabo tan ambicioso proyecto, estamos creando un ecosistema dinámico, es importante respetar los siguiente puntos, es la clave del éxito.
Primero separar los intercambios de conocimiento y el dinero, el sector del conocimiento muchas veces está reñido de alguna forma con el dinero, prefieren la vocación, objetivos y motivaciones basadas en adquirir más conocimientos.
Establecer una economía circular en el conocimiento, el objetivo es permitir a los interesados intercambiar conocimiento de forma gratuita e ilimitada, sin barreras, pero midiendo y cuantificando los intercambios para ser justos con los actores más involucrados.
Y por último, establecer un entorno de intercambio mundial que sea fiable y seguro, el ecosistema debe ser global y universal y debe abarcar todos los aspectos del conocimiento.